LECTURA POLÍTICA

Noé Mondragón Norato

Perdió Abelina el debate… ¿Y la alcaldía?

El mayor error político de la alcaldesa de Acapulco, la morenista Abelina López Rodríguez, consistió ir a un debate con los demás aspirantes a gobernar ese puerto, a sabiendas de que arrastra con un caudal de más pasivos que activos. Y, en consecuencia, el golpeteo contra ella sería intenso. Tal y como ocurrió. Era el equivalente a la puesta en escena de aquel espectáculo circense de “péguenle al negro”. Por la sencilla razón de que va a la reelección. Y su gestión al frente de esa alcaldía ya causó cansancio, hartazgo y engaño en los votantes. En cierto modo, ese debate podría convertirse en el harakiri de Abelina.

Hay que ir directo a dicho acontecimiento para entenderlo mejor.

ABELINA: ERROR DE CÁLCULO. – Antes de encumbrarse como gobernador en la elección de 2005, el aspirante perredista Zeferino Torreblanca Galindo declinó ir a un debate convocado por el otrora Consejo Estatal Electoral (CEE) entre el priista Héctor Astudillo Flores y la candidata del PAN, Porfiria Sandoval Arroyo. Zeferino evaluó bien la película: su posicionamiento en las encuestas era muy alto. Ir a un debate se traduciría en beneficiar de soslayo a los dos aspirantes −principalmente al priista Astudillo− que iban abajo y restarle puntos a su propia candidatura. Al final, Astudillo y Porfiria hicieron el ridículo presentándose ambos a ese debate en el cual el plan era obvio: hacer equipo para pegar contra las cuerdas al exgobernador perredista. Al final, Zeferino Torreblanca ganó la elección. Y sin ir a ese debate.

Hoy, la alcaldesa morenista Abelina López demostró que sigue siendo una neófita política. Una completa arribista beneficiada por los tráficos de influencias partidistas. Y que, además, proyecta sus mismas limitaciones intelectuales y carece de un eficaz cuerpo de asesores. Se lee así: 1.- La primera condición para que Abelina se hubiese negado a ir a ese debate, era la participación masiva de los diez aspirantes a la alcaldía al que sólo debieron asistir los tres candidatos de los partidos que han ganado elecciones. Es decir, Carlos Granda de la alianza Corazón por México (PRI-PAN-PRD), la propia Abelina del Morena-PT-Verde y Yoshio Ávila del MC. Los otros siete, fueron de relleno en nombre de la “democracia”. Asumieron muy bien la condición de esquiroles o aplaudidores. Y pasado el proceso electoral del 2 de junio, la mayoría de esos partidos bonsái −o pueden ser todos− van a perder su registro. El Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) fue sorprendido en ese sentido. O quizá, lo hizo deliberadamente. ¿Por qué aceptó la alcaldesa morenista debatir con candidatos −en muchos casos sin trayectoria política− que al final de cuentas no le iban a generar puntos a favor en las encuestas sino a restarle? En ese debate, Abelina fue chamaqueada. Como los roedores cazados en trampas, “ya no quería queso sino salir de la ratonera”. Careció de olfato y malicia política. Y justo ahí, podría perder de antemano la presidencia de Acapulco. 2.- De todos los opositores, el más mesurado y con un discurso mejor estructurado y que pudo traducirse con puntos a su favor en las encuestas, fue Carlos Granda. Sin mucho parque con el cual cuestionarlo −más que el desperdicio y las vísceras de sus pollos tirados en lugares que presumiblemente, contaminan−, Granda se puso por encima de Yoshio Ávila, quien atacó sistemáticamente a la actual alcaldesa, pero sin mostrar muchas propuestas con relación al repunte del desarrollo en el puerto turístico más importante; la seguridad pública, la violencia desbordada y también el combate a la corrupción. Le ganó la ira y los ataques contra Abelina. Ramiro Solorio por su lado, se le fue directo a la yugular casi de manera sistemática, al grado de que esta lo acusó de misoginia. Y Víctor Aguirre −un perredista corrupto del pasado con un amplio expediente de irregularidades en sus alforjas−, se dedicó a elaborar, repetir y colorear sistemáticamente el mismo discurso engañabobos muy propio del viejo PRI, para intentar convencer. Los demás brillaron por dos cosas: sus alabanzas casi imperceptibles hacia Abelina. Y el consecuente ataque a sus adversarios. Los conductores del debate Karina Gómez y Marco Antonio Aguileta se mostraron en muchas ocasiones, titubeantes y hasta rebasados por las intervenciones de los participantes. Al final no fue un debate de propuestas, sino de ataques y reclamos fundados contra Abelina, la cual debió salir de él maltrecha y con muchos puntos perdidos. Al final fue Carlos Granda y no Yoshio Ávila, quien apareció como el beneficiario natural de toda esa trama.

HOJEADAS DE PÁGINAS…Como para refrendar la política de “premios y castigos” asimilada del PRI más viejo y anquilosado, el rector de la UAGro, Javier Saldaña, “resolvió internamente” el conflicto que le reventó en la Facultad de Ciencias Químicas por una elección fraudulenta dirigida desde la rectoría: removió a Berenice Illades Aguiar −quien intentaba conservar su feudo de poder en esa Facultad como lo sigue manteniendo Anabela Latabán en la Facom−, de la secretaria general académica. Y en su lugar designó a María Xóchilt Astudillo Miller. Con ello, el rector envía claro el mensaje: “no te despido Berenice, pero te bajo de rango. Y si continuas con la protesta en Ciencias Químicas, ahora sí te vas en definitiva”. Los huesos que reparte el rector entre sus lacayos salen muy caros, tienen un doble filo y conllevan pérdidas elocuentes de dignidad.

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