


LECTURA POLÍTICA
Noé Mondragón Norato
El fin del PRD
La ambición por el poder es más fuerte que cualquier ideología nacida al amparo de ella. El caso emblemático de cómo se le utiliza justamente para conseguir fines personales más allá de la simple careta partidista, lo representa el Partido de la Revolución Democrática (PRD), un instituto político que perdió su registro a nivel nacional derivado de los resultados de la pasada elección presidencial, pues no alcanzó ni el dos por ciento de los votos, cuando la reglamentación electoral demanda el tres por ciento. Basta con explorar algunos motivos que condujeron a su debacle.
IZQUIERDA CONTRA IZQUIERDA. – Si el PRI permaneció en el poder 71 años −y después otros seis con Peña Nieto−, la izquierda mexicana nació justamente, de una escisión del PRI −la Corriente Democrática− en la elección presidencial de 1988. Ese movimiento convergió después en la formación del Frente Democrático Nacional (FDN) y luego en la fundación del PRD en 1989. Los padres ideológicos de ese movimiento fueron cuando menos cuatro: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el extinto Porfirio Muñoz Ledo, el también finado Heberto Castillo y la economista Ifigenia Martínez. De ahí se lee lo demás: 1.- Con todo y sus taras ideológicas, la izquierda perredista comenzó a conquistar el poder. No ganó ninguna elección presidencial, pero logró la jefatura del gobierno de la Ciudad de México en 1997, justamente con el fundador de ese movimiento: Cuauhtémoc Cárdenas. La primera división apareció: Porfirio Muñoz Ledo compitió internamente con Cuauhtémoc por la candidatura presidencial para la elección del año 2000 y perdió. Su mudó entonces al desaparecido Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) quien lo postuló como su candidato presidencial. Al final Muñoz Ledo declinó a favor del candidato panista Vicente Fox. Con el triunfo de varios gobiernos estatales, vinieron otras rupturas internas. La ambición insaciable por quedarse con las mejores rebanadas del pastel. Nacieron las tribus, bloques de personajes que se atrincheraron en ellas para desde ahí y con la fuerza proyectada, negociar sus intereses. 2.- Como partido de izquierda, el PRD postuló en tres ocasiones a Cuauhtémoc Cárdenas como su candidato a la presidencia (en 1988, 1994 y 2000), pero en ninguna de ellas ganó. Fue entonces cuando apareció Andrés Manuel López Obrador quien de la dirigencia nacional del PRD (1996-1999), lo sustituyó en la jefatura de gobierno de la Ciudad de México cuando ganó la elección de 2000. Y desde ese cargo tomó vuelo para su primera postulación presidencial en el 2006. Perdió con un margen de votos muy cerrado frente al panista Felipe Calderón. Pero mientras, las pugnas entre las tribus perredistas crecían. Las reyertas verbales internas polarizaban el ambiente. Por eso, cuando López Obrador llegó en 2012 otra vez como aspirante presidencial de ese partido, lo hizo en gran medida con el desacuerdo de los chuchos (Jesús Ortega y Jesús Zambrano), los líderes de la tribu dominante: Nueva Izquierda (NI). Tras la derrota de AMLO en esa elección presidencial los chuchos pactarían con el priista Peña Nieto el infame Pacto por México. 3.- Las heridas políticas ya estaban muy abiertas y dada la voracidad de NI y de otras tribus de menor calado, el PRD perdía gobiernos estatales y municipales. Mermaba su número de senadores y legisladores federales. La izquierda caía en una especie de Alzheimer político-ideológico. Y por eso AMLO decidió fundar el movimiento Morena desde 2011, vendiéndolo como una organización ciudadana que respaldara la eventual defensa del voto en la elección presidencial de 2012. Pero en realidad, era su plan B. Porque entendía que los chuchos no lo dejarían postularse como candidato a la presidencia por tercera vez, en 2018. Salió del PRD una vez concluida esa elección dedicándose de lleno al Morena. Se llevó a su creación partidista a mucho perredista. A dicho escenario se sumó la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas al PRD en noviembre de 2014. Comenzaba el desmantelamiento político del PRD. La pugna de la izquierda contra la izquierda. No podían existir dos ideologías idénticas ofertándose como tales ante el vasto mercado electoral. En dicho escenario solo una de ellas estaba condenada a desaparecer. Acaba de ocurrir con el PRD, un partido que, tras 35 años de vigencia político-electoral, perdió su registro. Y el Morena se quedó con la patente política de la izquierda. Para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo.
HOJEADAS DE PÁGINAS…En lo que se consideró como su virtual “destape” rumbo a la disputa por el gobierno estatal en la elección de 2027, la alcaldesa electa de Acapulco, la morenista Abelina López Rodríguez llegó al extremo de la osadía y el envanecimiento político: “tengo un sueño y me veo transformando este estado”, dijo tras recibir su constancia de mayoría. Para armar ese puzle político, las piezas simplemente no encajan ni se ajustan a sus deseos guajiros. Porque apenas terminó la elección y la declararon ganadora, la violencia se recrudeció a niveles alarmantes por enésima ocasión, en el mayor puerto turístico de la entidad. Abelina tiene por acumular tres años más de agudo desgaste en ese sentido. Y si no pudo contenerla durante su primer trienio, menos lo hará en el que sigue. Pero el poder enceguece a quienes no alcanzar a percibir por adelantado, su propia ruina.






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