Una «esperanza» que muere en el olvido
Roberto Antonio Márquez Añorve
Durante más de una década, los problemas de contaminación por basura y por los lixiviados derivados de la llamada rampa de acopio de la misma, han derivado un serio problema que afecta la salud y la seguridad de avecindados y transeúntes del canal de La Esperanza.
Al estancamiento de aguas con lixiviados en el tramo de Altamirano a Obregón, hay que sumar el tiradero de basura a cielo abierto en su tramo de Obregón a la calle de Pino, en dónde proliferan gatos y perros que ahí fueron abandonados y en dónde con frecuencia dejan animales muertos en el abandono. Todo esto, provoca fétidos olores, así como plagas de fauna nociva.
Este problema es provocado por «chileros» y ciudadanos inconscientes que a diario pasan con sus bolsas de basura que van dejando en el citado canal. Lo más lamentable es, ver a madres con sus hijos niños y/o adolescentes enseñándoles está negativa acción.
En su tramo de la calle de Cedro a Pineda, el problema es mayor, porque son los mismos vecinos quienes tiran y queman la basura e incluso defecan al aire libre.
Por su parte y como todos los años, la delegación de la colonia Jardines de San Andrés, con el apoyo de vecinos, pagó por la limpieza y corte de hierba del tramo de Pino a Cedro. La basura se recogió por los mismos trabajadores, quedando la hierba seca, convertida ahora en nuevos puntos negros por basura.
Cabe resaltar que, hace aproximadamente dos meses y medio, en su afán de rescatar el lugar y por prevención de la salud, quien era la síndica, Nayeli Salmerón, instruyó como en ocasiones anteriores una intensa jornada de limpieza, sin embargo, pareciera que los esfuerzos fueron vanos y el canal de La Esperanza, ese que está a unos metros del mercado municipal muere en ella.
















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